Ferran Barbarà
Soy Ferran Barbarà, apasionado del turismo y la gastronomía del Maresme, y especialista en marketing y diseño web, siempre listo para compartir mi amor por esta vibrante región catalana.
El viaje no arranca en la playa ni en la montaña. Arranca donde duermes. Y esa elección marca todo lo demás.
Publicado: 2025
Muchos viajeros llegan con la misma pregunta: ¿es mejor reservar un hotel, un hostal o tirar de un Airbnb? No hay una respuesta única, porque todo depende del presupuesto, del tipo de viaje y de con quién vayas. Nosotros vamos a aprovechar nuestra visión desde uno de los lados del tablero —gestionamos hoteles económicos y hostales— para darte una opinión clara que te ayude a decidir con más conocimiento de causa.
Porque es cierto que un Airbnb puede darte independencia y, a veces, un precio atractivo. Pero también hay que tener en cuenta que un hotel, incluso en el segmento económico, te garantiza cosas que pueden valer oro: una recepción disponible, limpieza bien coordinada o normas más flexibles. En las próximas líneas vamos a evaluar pros y contras para que tengas claro qué encaja mejor en tu viaje.
No és ningún secreto que la gran trampa de Airbnb es el precio que aparece en grande cuando buscas. Parece económico, incluso más que un hotel barato. Pero cuando vas a pagar descubres la letra pequeña: gastos de limpieza, comisión de servicio, a veces hasta depósito de fianza. Todo eso convierte lo que parecía un chollo en una factura mucho más parecida a la de un hotel… o incluso superior.
En un hotel o un hostal sabes lo que pagas desde el minuto uno. No hay sorpresas con “extras obligatorios” ni la sensación de que el precio final es otro. La limpieza está incluida, las toallas y las sábanas también, y si necesitas algo lo resuelves en recepción.
Otro punto: en Airbnb pagas por el espacio entero. Si viajas solo, en pareja o en un grupo pequeño, es fácil que acabes soltando más dinero del que pensabas. En cambio, los hoteles y hostales económicos ajustan mejor el precio según el número de personas: una habitación individual, doble, familiar o compartida. Pagas solo lo que necesitas.
Y ojo con las cancelaciones: en un hotel, sobre todo si reservas directamente, tienes más flexibilidad. En Airbnb, según el anfitrión, puedes perder gran parte del dinero si cambias de planes. Al final, lo barato de verdad no es solo lo que pagas: es lo que no pierdes en disgustos, sorpresas y gastos escondidos.
Fotografía: @dyhotels
Una vez clara la norma general —que lo barato no siempre es tan barato cuando hablamos de Airbnb—, toca mirar los dos casos más habituales: viajar en familia o hacerlo en grupo de amigos.
Aquí Airbnb suele parecer la opción natural: mucho espacio, cocina para preparar comidas y sensación de casa propia. Pero la realidad es que esa “casa propia” también trae trabajo: alguien tiene que cocinar, alguien tiene que limpiar y alguien tiene que lidiar con las llaves, las normas del anfitrión o la vecina que protesta porque sois ruidosos.
En un hostal o un hotel pensado para grupos, todo eso desaparece. Nadie discute por quién hace la compra, las camas están listas, la limpieza es diaria y si falta una toalla, te la traen en minutos. Además, muchos hoteles ajustan precios con habitaciones familiares o descuentos por grupos grandes. Y no es solo cuestión de dinero: es tranquilidad. Cuando viajas con niños o con amigos, tener a alguien que se encargue de los problemas logísticos vale más que un horno de microondas en la cocina.
Fotografía: lidia_criballes
El otro gran escenario es el viaje en pareja. Aquí las prioridades cambian: intimidad, comodidad y cero complicaciones. Airbnb vende muy bien la idea romántica de vivir como un local: desayunar en una terraza privada, sentirse “en casa” en una ciudad nueva. Pero esa ilusión se rompe rápido si el piso tiene un colchón destrozado, vecinos que hacen ruido o un baño que no funciona como debería.
Un hotel económico no te promete lujos, pero sí certezas: una cama cómoda, privacidad asegurada y un servicio detrás que responde. No hay sorpresas con las llaves, ni reglas raras de “no ducharse después de las diez de la noche”. Y, aunque el espacio pueda ser más reducido que en un Airbnb, lo que importa en un viaje en pareja no es el tamaño del salón: es poder disfrutar del destino sin preocupaciones..
Fotografía: zaira.larrosa
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